"Queridas Hermanas y Hermanos en el camino de la oración centrante:
Hoy se cumplen 10 años desde que comenzó el primer retiro introductorio a la oración centrante en Venezuela. Lo tuvimos aquí en la abadía. Después de esta primera década hay razones más que suficientes para darle gracias a Dios por el gran regalo que nos ha hecho. Fue Él quien sembró las inquietudes y preparó su gente, hasta que los reunió aquí en aquella fecha. Y sigue siendo Él quien nos acompaña, se nos manifiesta y nos guía. Para muchos de nosotros, y me incluyo, una larga búsqueda ha encontrado su cauce definitivo.
Hoy se cumplen 10 años desde que comenzó el primer retiro introductorio a la oración centrante en Venezuela. Lo tuvimos aquí en la abadía. Después de esta primera década hay razones más que suficientes para darle gracias a Dios por el gran regalo que nos ha hecho. Fue Él quien sembró las inquietudes y preparó su gente, hasta que los reunió aquí en aquella fecha. Y sigue siendo Él quien nos acompaña, se nos manifiesta y nos guía. Para muchos de nosotros, y me incluyo, una larga búsqueda ha encontrado su cauce definitivo.
Gracias también a Marilú y la Hna. María Milagros que vinieron de Puerto Rico a introducirnos en esta práctica. E hicieron mucho énfasis en que, más de un conocimiento, era una práctica. ¡Gracias!
Poco a poco hemos podido crecer en numero; hoy tenemos varios grupos, principalmente en la región central. Incluso tenemos un grupo en el Seminario de Valencia. Y, con los dos sacerdotes que salieron ya ordenados de este grupo, tenemos tres que practican. Pero hay también un buen número de gente que practican solos, porque están regados por buena parte del territorio nacional. Y mi sorpresa es que mucha gente que yo creía que les aprovecharía la oración centrante, no la practican. Y otros que se consideraban alejados, encuentran en ella lo que siempre estaban buscado. De esta manera, la oración centrante es también un camino para "ir a las periferias". ¡Que sigan fieles y firmes en esta práctica!
Hemos podido establecer contactos a nivel internacional, tanto por encuentros personales en visitas mutuas, como por internet. Sabemos que somos parte de un gran número de gente que está en el mismo camino, "una gran nube de testigos", como dice la Carta a los Hebreos.
Todos hemos podido experimentar los frutos de nuestro acercamiento a Dios. Los que tenemos más tiempo en este camino, sabemos también por experiencia que todos somos principiantes. Dios es infinito; caminar con Él es fascinante y nos revela siempre facetas nuevas de Él. Además, la separación de Él por nuestra condición humana de pecadores hace que necesitamos toda una vida para que Dios pueda transformarnos a SU imagen y semejanza, tal como nos había pensado cuando nos creó. Sigamos fielmente en este camino. Muchas veces no es fácil. Pero, cuando nos toque el encuentro definitivo con nuestro Amor, la sorpresa será muy agradable, y la felicidad duradera y eterna.
En lo personal, mi practica de la oración centrante ha "trastornado" bastante mi teología y, como consecuencia, mi concepto de sacerdote y monje. Me ha revelado más profundamente el misterio de esta doble vocación. He experimentado lo que nos dijo en una ocasión un profesor en teología dogmática, que veríamos mucha miseria y mucho horror en el mundo. Pero que no nos preocupáramos: el mundo ¡ya está redimido! He visto que no tengo que adoctrinar a nadie, sólo basta con enseñar la manera de relacionarse con Dios. Y que deje después a Dios que actúe en ellos. Más que de enseñanza, mi tarea es de acompañamiento.
Hay otro detalle que me alegra muchísimo: es la hora de los laicos. Por la lectura de mesa en nuestra comunidad me enteré hace poco de lo que yo creo es la raíz de la actual situación difícil de la iglesia: En la época de Carlo Magno, en el siglo noveno, se dividía la sociedad en los que hacían la guerra y gobernaban, en los que estaban encargados de rezar, y en los trabajadores. ¡Imagínense! Los que hacían la guerra "no tenían tiempo" para orar; eso lo hacían los monjes, que, por eso, no tenían tiempo para trabajar. Los trabajadores, por tener que alimentar a sus familias, a los nobles y a los que oraban por ellos, tampoco podían rezar. A mi manera de ver, así creció la costumbre de que los laicos son "cristianos light"; pero los que "están cerca de Dios", los curas y los monjes, son los "expertos" que rezan por ellos, dan bendiciones y celebran las misas que uno "manda", ¡sin sentir la necesidad de estar presente y participar en esta misa!
Esto cambia radicalmente por la práctica de la oración centrante y la lectio divina por parte de todos. Todos somos iglesia, y será una iglesia fuerte, capaz de resistir los embates del mal que nos rodea. Esto es lo que necesitamos en nuestro país donde un pueblo noble y simpático se ha envilecido por la ignorancia y una práctica religiosa superficial. Nosotros, en lo inmediato, no podemos cambiar esta situación. Pero podemos ser un signo de que otra forma de actuar es posible porque nos anima la comunión con nuestro Señor. No es fácil cambiar la visión de la iglesia que arrastramos desde hace más de mil años. No importa; "el viaje más largo comienza con el primer paso". Y el primer paso es nuestra entrega a Dios. El mismo Jesús dice en su oración sacerdotal (Juan 17): Por ellos me consagro, para que también ellos estén consagrados. Sigan renovando, una y otra vez, su intención de consentir a la presencia y acción de Dios en uds. Dios hará el resto.
Que Dios los bendiga a todos, los fortalezca y se manifieste en, y a través, de cada uno de uds.
Con un abrazo, P. Beda
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